Tuvo lugar este miércoles 5 de noviembre en Ausonia una jornada técnica y a campo, un encuentro donde la innovación y la producción se unieron para seguir impulsando el tambo del futuro. Hubo charlas en Ausonia y se visitó el tambo de los Bergami.
Todo comenzó en el Auditorio Municipal de Ausonia, donde se compartieron conocimientos sobre gestión de datos, eficiencia y nuevas herramientas tecnológicas. Allí disertaron la médica veterinaria Juliana Sarr de Proal Onfarm, Ariel Gre de Villanueva Tech y Lorena Bergami, miembro de la familia propietaria de Establecimiento JB3.
Luego, los asistentes se trasladaron al mencionado tambo, ubicado en la zona de Sanabria, propiedad de la familia Bergami, donde se pudo ver como se plasma todo el marco teórico visto por la mañana, y cómo la tecnología transforma el trabajo diario en el tambo.
Fue “una jornada de intercambio, aprendizaje y experiencias reales junto a profesionales, productores y empresas que apuestan por una lechería más eficiente e inteligente”, dijeron desde la organización.
La juventud empujó a una lechería del futuro
Lorena Bergami, joven productora tambera de Sanabria, hija de Jorge Bergami, un veterano y progresista productor lechero, compartió la historia y la evolución del Establecimiento JB3, del cual representa la cuarta generación de tamberos.
El testimonio de Lorena no sólo rescata el legado familiar, sino que pone en el centro el rol de los jóvenes en el futuro de la producción lechera.
“Soy hija de un productor agropecuario de la zona de Sanabria, cuarta generación en el manejo del tambo”, comenzó relatando. La historia del establecimiento se remonta a 1921, cuando sus bisabuelos —dos hermanos italianos— llegaron a la Argentina y adquirieron las primeras 1200 hectáreas entre Villa Nueva y Ausonia. Desde entonces, el tambo fue una actividad central en la vida familiar.
Con los años, la empresa pasó de generación en generación. Lorena cuenta que en 1957 su abuelo tomó las riendas del establecimiento, seguido luego por su padre: “Mi papá empezó a acompañar las tareas del campo a los 14 años”. Fue recién en la década del ‘80 cuando el tambo comenzó a crecer de manera más definida, incorporando mecanización y ampliando la producción.
Hoy, el establecimiento trabaja unas 500 hectáreas, combinando tambo, agricultura y un rodeo de cría en suelos salitrosos. El tambo cuenta con casi 400 vacas en ordeño, y en los últimos años se sumaron prácticas de manejo ambiental: “Comenzamos a separar sólidos y líquidos del estiércol para distribuirlo como abono”, explicó.
Valor agregado y apuesta al crecimiento horizontal y vertical: Uno de los hitos más importantes para la familia se concretó en 2022, cuando lograron adquirir la planta de Lácteos Ausonia. “Después de soñar mucho tiempo con tener la fábrica propia y poder agregarle valor a nuestra producción, pudimos hacerlo realidad”, destacó.

Innovación y mirada joven
El ingreso de Lorena al establecimiento fue clave para un nuevo impulso. Su enfoque se centra en bienestar animal y tecnología:
“Este último tiempo me incorporé en el tambo trabajando con puntos claves, como bienestar animal, con alfombras en sala de ordeño, techado de sala de espera y sistema de aspersores para combatir el estrés calórico.”
Además, se incorporaron collares inteligentes, retiradores automáticos en la sala de ordeñe, una puerta apartadora y un mini laboratorio para diagnóstico rápido de mastitis. “Esto nos brinda información para seguir creciendo: datos de producción, reproducción y salud”, señaló.
Mirando hacia adelante
Los próximos pasos del establecimiento apuntan a seguir modernizando las instalaciones y avanzar hacia la genómica bovina, para seleccionar los mejores vientres y toros: “La pregunta es cuál de todas estas vaquillonas será la que más va a producir. Si no conocemos la genética, no podemos saber.”
También buscan incorporar equipo propio de picado y trabajar en la formación y retención del capital humano: “Un gran problema que tenemos en el tambo es el recambio constante o la falta de capacitación. Más que problema, es un desafío, porque es el capital más importante”.

El testimonio de Lorena refleja el espíritu de una nueva generación de jóvenes rurales que, lejos de abandonar el campo, lo repiensan, lo tecnifican y lo proyectan. Su mirada combina tradición con innovación, y recuerda que el futuro de la lechería argentina tiene raíces familiares, pero requiere formación, gestión y amor por la actividad.



