Connie Ansaldi es quizás la prueba más cabal de que se pueden vivir varias vidas en una misma vida. Pisó fuerte en el mundo de la publicidad, se hizo popular desde la pantalla de la televisión, descubrió antes que la mayoría el poder de las redes sociales y ahora combina todos esos saberes y experiencias en lo que ella misma da en llamar “el método Mamuschka“·.

“Es imposible desprenderse de quien uno fue, porque eso forma parte de quien uno es hoy. Hay mucha gente que ignora que fui panelista. ¿Qué hago hoy? Tengo mucha experiencia en temas de innovación, estrategia de negocios, comunidades, marca personal y marca empresa”, dice Ansaldi durante una entrevista con iProfesional.

“Todo está conectado, ¿cómo hacés para construir una empresa, una marca de valor, si no construís antes una comunidad?“, añade, mientras recuerda que su primera conferencia sobre marca personal se remonta a 2010.

“A todas las industrias les llega su Uber”

“Lo que mejor puede definir a una persona es su nombre. Mi nombre es mi identidad, y sobre ella voy construyendo distintas mamushkas“.

La referencia de Ansaldi a las muñecas rusas que esconden otra, y otra, y otra en su interior no es casual: está preparando un libro en el que se refiere, precisamente, a esa idea de contenidos, ropajes y sorpresas infinitas.

Al borde de cumplir 52 años, Ansaldi es una mujer feliz: en febrero de 2024 se casó por segunda vez, una boda relámpago y no anunciada en Las Vegas, y su hijo ya se encamina profesionalmente en el mundo del periodismo.

“A todas las industrias les llega su Uber”, dice. “Si tu producto o servicio no genera controversia, no es lo suficientemente innovador. En su momento sí, después hubo miles parecidos o iguales”. ¿De qué habla? De CUX, su empresa que combina la “inteligencia emocional” con un asunto del que se habla cada vez más, el futuro del trabajo.

¿Y ya se tranquilizó Ansaldi? Sonríe desafiante: “No me voy a calmar nunca”.

Esa calma que no llega nunca le permite lanzar ideas y frases enhebradas con una velocidad y convicción sorprendentes, aunque en el fondo busquen siempre lo mismo: impacto y trascendencia.

“Me gusta ayudar a las personas y a las empresas a que puedan innovar. Lo más difícil de todo no es aprender, es desaprender. Lo más difícil de todo no es salir de la caja, es entender cuál es la caja donde estamos metidos”.

Connie Ansaldi viaja por el mundo absorbiendo y compartiendo conocimiento

Ansaldi, que acaba de regresar de dar una conferencia para 1.500 emprendedores en Colombia y viaja constantemente por el mundo absorbiendo y compartiendo conocimiento, vuelve sobre una de sus obsesiones, la de “construir comunidad”.

“¿Cómo hacés para hoy construir una empresa o producto de valor si no construís en paralelo tu comunidad? Estamos entrando en la era de las comunidades. De un tiempo a esta parte es lo más fuerte y lo que potencia, recubre y protege a un producto o servicio, porque es tu comunidad la que va a salir a defenderte, bancarte o validarte. Y también a defenestrarte. Y también la marca personal, porque creo que va a haber una vuelta muy grande a lo analógico. Va a haber una búsqueda de lo analógico y de cuál es ese 10% de valor real por sobre el 90% de contenido de inteligencia artificial que creamos y consumimos“.

¿Cómo es eso? “Lo que dice Sam Altman es que de acá a cinco años, el 90 por ciento del contenido para redes sociales y contenidos en general va a ser generado por la inteligencia artificial y consumido por el propio algoritmo de la inteligencia artificial. Te van a mandar las cosas que querés ver sin que las tengas que buscar. Hay una oportunidad enorme para ese diez por ciento auténtico que apele a la conexión humana. Insisto, va a haber una búsqueda muy fuerte de experiencias analógicas”.

Este tema, el de la IA, ocupa cada vez más tiempo en los pensamientos y la actividad profesional de la ex estrella de la televisión.

Los tres peligros de la Inteligencia Artificial

“Así como la pandemia nos digitalizó, esto va a llevarnos a buscar el contacto humano. Las marcas personales y las verdaderas comunidades van a ganar relevancia”, dice antes de advertir los que considera “los tres peligros de la IA”.

“El primero, que se use para el mal; el segundo, que no podamos distinguir si el contenido es información o publicidad subliminal; y el tercero, que las IA decidan que no nos necesitan más. Entraríamos en un futuro distópico que en cierto modo ya estamos viviendo: en vez de ‘El planeta de los simios’, estaríamos en ‘El planeta de las máquinas’, sobre todo teniendo en cuenta la velocidad con que avanza la robótica. Elon Musk dijo que para el año 2040 va a haber más robots que humanos“.

La IA tiene consecuencias que viviremos muy pronto, y para las que hay que estar preparados, añade, aunque aún no haya respuestas.

“¿Vamos a poder distinguir máquinas de humanos? ¿Qué va a definir que una persona es humana, si se pueden crear embriones y vida de modo artificial? ¿Estamos preparados para un mundo en el que nuestra mente viva más allá de nuestro cuerpo? ¿Qué va a significar estar vivo o estar muerto?”, se pregunta.

La sucesión de preguntas y ese “futuro distópìco” abruman, y llevan a CUX, la empresa que lidera Ansaldi y que se presenta como “IntelligencIA Emocional” y, en versión extendida, como “el sistema operativo emocional que potencia la productividad de tus equipos y mejora la experiencia de tus clientes”.

En su momento, CUX y la propia Ansaldi desataron una polémica, acusados de poner la salud mental de la gente en manos de máquinas.

“Mintieron olímpicamente y nadie me vino a pedir perdón. Lo que yo dije hace tres años fue que el principal uso de estas herramientas era para terapia, porque la gente está muy sola y necesita hablar. Tres años después, Harvard te saca un informe que confirma esto. Porque hay mucha gente que cree, desde su comodidad, que todo el mundo puede acceder a una terapia, y eso no es cierto”, señala.

Durante años, y lo sigue haciendo hoy, Ansaldi fue construyendo comunidad con una iniciativa en redes sociales, #contameunsecreto, que genera un ida y vuelta emotivo con gente que necesita hablar de cosas muy importantes que impactaron en su vida y que en casi todos los casos no han terminado aún de digerir.

Cux, dice Ansaldi, “no es eficiente para hacer terapia, no vale eso solo con la inteligencia artificial, pero es una herramienta de primer intercambio”.

“Tenemos un sistema de alerta, un triage de alerta y derivación humana. Todo un sistema de analíticas que mide sentimientos, alertas, alertas rojas, alertas naranjas, burnout, síndrome del impostor, quiero renunciar, me quiero ir del laburo, mi pareja no me quiere, etcétera… ¿Algo así puede ayudar a mucha gente? Por supuesto que sí. La realidad es que sólo hay un 15 por ciento de gente que puede pagar una consulta, entonces, ¿cómo hacemos para ayudar a más personas de manera segura? Primero la máquina ve qué te pasa y después deriva a un humano”, explica.

¿Ve algún peligro? “No hoy, pero si el día de mañana todo se va al carajo, si las máquinas se tornan peligrosas, yo lo cambiaré. No soy una persona que se aferra. Yo quiero hacer el bien, y usaré todas las herramientas que estén a mi alcance, sean humanas o tecnológicas”.

Ansaldi deja en claro que prefiere no hablar de política, aunque desliza que tiene razón Ricardo Darín cuando habla del precio de las empanadas: “Hay algunas que están caras”.

Otro tema sobre el que vuelve más de una vez en la conversación es el de las dificultades que implica para una mujer llegar a liderar una empresa.

“Sobre tecnología, por ejemplo, hace poco hice un posteo. Cada vez que vos le preguntás a alguien, hombre o mujer, ¿quiénes son tus referentes en tecnología?, te dicen más o menos los mismos nombres. Sam Altman, Mark Zuckerberg, Bill Gates, Steve Jobs, Elon Musk“, grafica.

¿No hay mujeres o no se las ve? “¡Muchas veces no se las ve! Deberíamos pensar en Mirá Murati, CTO de OpenAI. Su empresa, Thinking Machines, levantó miles de millones (en rondas de inversión). Ella fue uno de los cerebros detrás de OpenAI. O Whitney Wolfe Herd, una de las fundadoras de Tinder y también de Bumble. Otra que me encanta, por ejemplo, es Cathie Wood, que lidera Ark Invest, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo. O Rebeca Hwang, que nació en Argentina y creó Kalei Ventures y trabaja muchísimo en inteligencia artificial, o Alexia Keglevich, que cambió la industria de la asistencia al viajero con Pax Assistance… Hay un montón de mujeres que yo puedo nombrar en tecnología. Y nosotras, las mujeres, deberíamos tenerlas en la punta de la lengua cuando nos pregunten quiénes son nuestros referentes“.